Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) estiman que 1,4 de cada 1.000 bebés tendrán una discapacidad auditiva. Pero la cifra real puede ser incluso mayor porque no se hacen pruebas a todos los bebés y no se informan todos los resultados positivos. Entre el cincuenta y el sesenta por ciento de los bebés con pérdida auditiva están genéticamente predispuestos a tener una discapacidad auditiva, y el 20 por ciento de esos niños tienen un síndrome que contribuye a la pérdida auditiva, como el síndrome de Down.
Mayoría Los recién nacidos son examinados
Casi todos los bebés en los Estados Unidos se someten a un examen de audición para recién nacidos antes de cumplir un mes. Si un bebé no pasa la prueba, se lo remite a un Audiólogo Pediátrico para una evaluación diagnóstica, que contiene siete componentes distintos:
1. Documentación del historial del caso
El audiólogo pediátrico recopila información sobre el historial médico familiar, cualquier condición única que haya ocurrido durante el embarazo y complicaciones durante el trabajo de parto o el parto. Esto ayuda al audiólogo a determinar si existen condiciones que pongan al bebé en mayor riesgo de pérdida auditiva.
2. Respuesta auditiva del tronco encefálico (ABR)
La prueba ABR le brinda al audiólogo pediátrico información sobre el oído interno y el nervio auditivo del bebé. En niños que son demasiado pequeños para realizar pruebas de comportamiento, la prueba ABR es el mejor predictor de pérdida auditiva, ya que proporciona información sobre el tipo, grado y configuración de la pérdida auditiva. Esta información ayuda al audiólogo a formular el mejor enfoque de tratamiento para el bebé.
3. Respuesta auditiva en estado estacionario (ASSR)
Las pruebas ASSR proporcionan información sobre el rango de frecuencia de la pérdida auditiva en un bebé, lo que le brinda al audiólogo pediátrico datos más precisos para usar al adaptar a un niño audífonos o implantes cocleares.
4. Emisiones otoacústicas (OAE)
Los OAE son sonidos de baja intensidad emitidos por la cóclea en un oído sano. Cuando hay un problema con la cóclea, es posible que no haya OAE. Las pruebas de OAE brindan a los audiólogos pediátricos otra forma de medir si existe pérdida auditiva y qué estructura puede ser la causa del deterioro.
5. Timpanometría
La timpanometría utiliza la presión del aire en el canal auditivo para evaluar el estado del oído medio, la movilidad del tímpano y qué tan bien los huesos del oído medio conducen el sonido. Los canales auditivos pequeños y blandos de los bebés menores de seis meses pueden distorsionar el resultado de esta prueba, por lo que a estos bebés se les realiza la prueba con una sonda más pequeña y de alta frecuencia para garantizar resultados precisos.
6. Audiometría conductual
Cuando los niños son mayores, parte de su prueba de audición se basa en su comportamiento y reacción a los sonidos. El audiólogo pediátrico utiliza pruebas audiométricas para determinar el umbral más bajo de sonido al que responde el niño.
7. Monitoreo Audiológico
Normalmente se recomienda la monitorización audiológica para niños que tienen pérdida auditiva solo en un oído, pérdida auditiva leve o pérdida auditiva conductiva crónica. El seguimiento también es importante para los niños que corren riesgo de sufrir una pérdida auditiva progresiva o de aparición tardía. El monitoreo constante de su audición y los hitos del desarrollo auditivo brinda a los audiólogos pediátricos un camino para el tratamiento a medida que el niño crece.
Si tiene un hijo en su vida del que sospecha que puede tener una discapacidad auditiva, llévelo a visitar a un Audiólogo Pediátrico hoy. Las pruebas, el diagnóstico y el tratamiento adecuados ayudarán al niño a conectarse con las personas y el mundo que lo rodea, y ayudarán a prevenir retrasos en el habla y el lenguaje.